Pasó una nueva edición del festival y mundial Tango BA. Con ella, la tercera con la bailarina Natacha Poberaj al frente del evento, lo cual permite encontrar líneas comunes de acción con las acciones de años anteriores. La primera sensación, cuando se pone la programación de la pata festivalera de Tango BA es que intenta saldar deudas y cuentas pendientes con un sector que históricamente le reclama sus insuficiencias. En su aspecto competitivo, en tanto, se advierten signos de recambio generacional entre los aspirantes al máximo galardón que ofrece el género a sus bailarines.
A modo de antecedentes, vale recordar que desde su llegada Poberaj estableció varias líneas de acción. Las dos más importantes fueron sentar a la mesa a las asociaciones vinculadas al tango (desde las de organizadores de milongas a las de músicos pasando por las de coreógrafos y bailarines), y su interés por reconocer a las compañías de baile que relanzaron al género entre los años 80 y 90 (y resaltar la figura de María Nieves, siempre que se pueda).
El resultado directo de esta última política es un aumento considerable de shows de tango escenario, y la inclusión de algunos con una estética más for export, algo habitualmente mirado de soslayo por los cultores del tango de cualquier estética y rincón del sector.
Paradójicamente –pues el for export y el tango contemporáneo suelen tensionar en el acceso a los espacios-, la primera línea instaurada por Poberaj redundó en un incremento de grupos y compositores de tangos nuevos en la programación. Incluso, por primera vez en años, un grupo de estética menos tradicional (como Amores Tangos) fue programado para la final del Mundial (finalmente la lluvia llevó a postergarlo).
Lo notable de este doble movimiento es que difícilmente ningún tanguero o milonguero conozca a todos los nombres. Es imposible frecuentar todos los tangos que existen ni conocer a todos los nombres. Pero en lo musical y relativo al tango contemporáneo, esta edición puede considerarse la más satisfactoria hasta el momento.
Por ejemplo, por fin un grupo pionero de esta nueva generación festeja un aniversario (fue Tanghetto). Por otro lado, perdió peso la vieja guardia. Sí, tuvieron sus momentos Amelita Baltar, Pepe Colángelo y Raúl Lavié en la Final, pero su paso fue breve, y apenas recibió un homenaje Horacio Ferrer, cuando en ediciones anteriores la programación un panegírico en llanto tras otro.
Esta vez había muchos artistas dedicados a componer, como Diego Baiardi o la muchachada de Siniestra. Incluso tuvo su buena cuota el electrotango, con los veinte años de Tanghetto, los shows de Otros Aires, San Telmo Lounge y más. Tampoco faltaron agrupaciones más tradicionales, como la OT San Osvaldo (imitadores de Pugliese). Bien o mal, la gran mayoría de los músicos y las orquestas programadas este año son artistas en actividad permanente, bien activos en la escena.
Esto habilita la pregunta de cuánto se interesa el festival en ofrecer algo nuevo y propio, considerando que nuevamente “cedió” sus tradicionales milongas al circuito de la AOM y MiSeSo: incorporó varias a su programación y este año aportó algo de artística (en forma de pequeños grupos o exhibiciones de baile de ganadores de las distintas preliminares regionales).
De la grilla, lo más flojo de este año es la nueva cartelera de clases, con menos diversidad de propuestas estéticas y casi nula perspectiva de género. Hubo, en cambio, mucha clase de baile técnica o de «mantener en vigencia» cierta tradición, como la clase sobre códigos milongueros dictada por el mismísimo Julio Duplaá, clases sobre las “figuras” de los maestros, e incluso cosas tan específicas como los cambios de frente.
En el Mundial es factible esperar una renovación de las caras que dominaron los últimos certámenes. Algunas figuras –tanto argentinos como del resto del mundo-, bien instaladas hace años en el circuito internacional, ya no encuentran la motivación para seguir aspirando al trofeo.
La victoria de Suyai Quiroga y Johnny Carvajal deja en tango pista sólo a Carlos Estigarribia (con su pareja) como el único porfiado desde hace años por la obtención del título, que siempre le es esquivo por centésimas.
Por otro lado, varias caras que suelen acceder a la final se quedaron sorpresivamente en el camino, como el caso de Victoria Olivella y Agustín Rojas. Que se recuperen para las próximas ediciones se anticipa una mera circunstancia, pues ya están más que instalados en los mercados internacionales.
Mientras, hay una nueva generación de jóvenes bailarines que empiezan a transitar el recorrido de entrenamiento para conquistar la instancia definitoria del mundial.
Lo que sí se advierte como evidente es que las semifinales ofician de fuerte filtro. Incluso quienes hacen una excelente ronda clasificatoria pueden (y suelen) quedar fuera en esta instancia, cuando se incorporan los ganadores de preliminares regionales de la Argentina y el resto del mundo. Esto corre el riesgo de establecer diferencias entre quienes pueden acceder a los circuitos internacionales (sea por dinero o por cercanía geográfica) y a los maestros que suelen preparar (por un alto costo) a los bailarines, y quienes tienen limitadas las posibilidades, pero no por ello carecen de condiciones. Si se cumplen todos los vaticinios de crisis económicas en la Argentina, esto no hará sino empeorar.
En cuanto a la categoría de Tango Escenario, también muy codiciada, este año se notó deslucida. La pareja ganadora –Julián Sánchez y Bruna Estellita- ofrecieron un gran espectáculo a nivel técnico, pero no ofrecieron ninguna idea innovadora en lo conceptual (tampoco suele haberlas o suelen reconocerlas los jurados en esta categoría). En ese sentido, ante el reclamo habitual de que la categoría no ofrece frescura, el Mundial sigue en deuda.
Proyectar este balance a la próxima edición es difícil, máxime en un año de elecciones generalesen la Argentina. Si bien en la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del evento, habrá cierta continuidad política (el partido gobernante, el PRO, tiene casi asegurada la elección local, aunque con una línea interna opositora a la actual gestión del intendente Horacio Rodríguez Larreta), los resultados a nivel nacional son una incógnita. Habrá que esperar al menos a diciembre para tener más pistas al respecto. Mientras, en Buenos Aires el tango sigue. Como cada noche.
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