Me sumergí en el mundo del tango desde purrete, hacia los inicios de la década del 90. Me nutrí del conocimiento tanto de milongueros como de bailarines profesionales. Por aquellos años, el discurso acerca de la improvisación en el tango estaba latente: se escuchaba en todas las charlas de milongas, en las clases y hasta se leía en algunos libros. Pero a medida que me adentraba en el estudio de la danza y su contexto, iba percibiendo que el discurso distaba bastante de la realidad de la forma de enseñanza.
Por un lado, había quienes te enseñaban una secuencia, algunas sujetas al llamado “paso básico”. Por otro lado, quienes te proponían caminar por largo tiempo en circulo hasta lograr cierta “cadencia”, y más tarde te “tiraban un paso”. Podríamos decir que, en ambos casos, el foco no estaba en la improvisación, sino en conocer los elementos de la danza en base a bloques de pasos y/o forma estilística. Estos rasgos continuaron desde los 90´ hasta la actualidad. Claramente estos bloques y estéticas estimulan mucho más la memoria secuencial y la “forma de hacer”, que la facultad de improvisación. Además, bajo el supuesto de que el intérprete desglosará los bloques en el futuro de forma empírica.
Más tarde llegaría la masividad del video: las cámaras se acoplan al celular, se expanden las redes sociales y proliferan los videos en Youtube. Sin duda, estos fenómenos también cambiaron la enseñanza, la forma de incorporar el baile y el “mapeo de movimiento”. Antes de la llegada del video, si bien se transmitían secuencias, las mismas se propagaban con mayores variantes. A partir de la masividad del video, las secuencias se copian y multiplican de forma exacta, al igual que la línea estilística. A lo largo de los últimos años, se generaron variadas “técnicas” para la ejecución del movimiento, pero el “método” siguió siendo prácticamente el mismo.
En lo personal, inicié un estudio para saber si la forma de enseñanza había sido así desde siempre, o en qué momento cristalizó de esta manera, ya que, sin duda, la conformación del mismo modificó la danza. El resultado de la investigación se plasmó en el libro “En busca del método que nunca fue”, el cual publiqué y presenté en diversos espacios, en el año 2006. Libro que encajonaron diversas instituciones y que me distanció de variados espacios.
En síntesis, podría decirse que los primeros métodos fueron diseñados en la entrada a los salones de baile. El tango se genera en espacios marginales de ciudad y el ingreso al “salón” significa la entrada a otro estrato social. Francia era por comienzos del 1900 la ciudad luz que propagaba las diversas modas. Al hallar el diamante en bruto del tango quiso codificarlo y conformo 12 secuencias iniciales, utilizando la base de los métodos de las danzas enlazadas antecesores al tango. Pero las danzas antedichas, generalmente contenían un paso base y un compás de baile, eran bailes más estructurados.
El tango no tiene paso base ni una métrica de tiempo en la que se deben hacer los movimientos. Lo que algunos aun hoy llaman “paso básico”, es una secuencia diseñada por los años 40. O sea, una escuela tiene un paso básico, pero no el tango, que sin duda es una danza de improvisación. Más tarde, además de libros franceses, llegaron las codificaciones de Italia, Estados Unidos y por supuesto también de Argentina. Uno de los primeros escritos es el de Nicanor Lima “El tango Argentino de Salón. Método de baile teórico y práctico”, del año 1912. En el título podemos ver claramente la distinción “de salón”. Es por eso no debemos confundir ni asociar la palabra “salón” a “tradicional”, ya que se podría decir que la entrada al salón en el momento más estructurado y escolástico, donde se desvirtúa académicamente (se estructura secuencialmente y cambia de carácter) el baile tradicional para hacer su ingreso al salón.
La pregunta que late a lo largo de todo el libro “En busca del método que nunca fue”, es: ¿alguna vez se edificó realmente un método improvisación para una danza con las características del tango? Lo que deja al descubierto la investigación realizada es que, tanto los documentos como los testimonios orales coinciden en que el tango no tuvo un método (un conjunto de procedimientos) para el desarrollo de la improvisación a través del abrazo. A lo sumo, existe alguna clase desperdigada con la “pauta temática de improvisar”, pero claramente esto no conforma un sistema de enseñanza.
En la actualidad, en líneas generales, la improvisación sucede en la unión entre bloques secuenciales y por supuesto tiene relación con la forma de incorporar el baile. Por otra parte, es curioso escuchar a diversos enseñantes de este baile, rezongar porque la gente no sabe improvisar o trasladarse por las pistas, la pregunta sigue siendo: ¿estamos enseñando realmente una danza de improvisación? ¿O secuenciamos al alumnado y lo colmamos de información y formas técnicas (absolutamente relativas) con el deseo de que alguna vez improvise?
Por último, lo más llamativo es que aun habiendo centenares de libros y videos en diversas plataformas, que evidencian con creses la enseñanza secuencial del tango, la mayoría de los enseñantes niega trasmitir el tango bajo este método. Es como un virus que llegó a ser pandemia, pero al momento de la encuesta nadie contrajo la enfermedad ni mucho menos la propagó. Otro misterio del tango.
Al margen que siempre hay alguna excepción que confirme la regla y podamos hallar algunos enseñantes, entre los cuales me incluyo, desarrollando un sistema de improvisación para el tango, aún hoy una clase de tango continúa siendo, en un amplio porcentaje, de manera secuencial. Vale decir que, aún en la actualidad, una clase continúa siendo deseo de futuro en donde se estructura a las personas enseñando bloques de movimientos, con el deseo de que alguna vez logren desbloquearlos/se en alguna milonga, y por algún acto divino lleguen a la improvisación, al tango. Sin duda, un acto de fe.