Tangos Políticos II

Foto: Espacio de Memoria Ex Olimpo

Canciones que se sublevan

Tango y dictadura: segunda entrega

Una de las costumbres de los argentinos es sentenciar, encasillar, colgarle un cartel a las personas, a las cosas; por caso, cualquier deportista que no cumple las expectativas del espectador es un “pecho frío”, un trabajador humilde manifestándose en una marcha es un “choriplanero”, etcétera, etcétera…

A lo largo de su historia, el tango también sufrió y sufre este tipo de encorsetamientos, para muchos: “El tango atrasa”, “El tango huele a naftalina”, “El tango es machista” (convengamos que algo de todo esto es cierto), pero ojo, generalizar sería caer en un grave error. Quizá, la más dolorosa de las sentencias sea: “El tango es facho” por añadidura: los tangueros son ‘fachos’. Si lo creemos, no hay mejor pintura que el poema Adversativa de Humberto Costantini.

El tipo
convidaba Imparciales,
solía escuchar a Troilo con unción,
y cantaba “La loca de amor”
bajo la ducha.
No obstante
era un hijo de puta.
Moraleja:
ser porteño cien por cien
no es ninguna garantía;
hay quien cuelga la foto de Gardel
en el Ford Falcon.

A partir del texto de Costantini y jugando a tirar del hilo de Ariadna, quiero hacer memoria y traer a colación una polémica suscitada en 2016 en el marco del programa radial de tango Fractura Expuesta, a partir del disparador: “Tango y dictadura ¿un debate necesario?”, que nos permite problematizar las nociones, siempre difusas, de “tango social”, “de protesta”, “crítico” o “comprometido”. En dicho debate, el letrista de tango Alejandro Szwarcman abrió el juego cuestionando los mandatos morales para con el género: “¿Qué obligación debería tener el tango, por sobre otros géneros a los que no se les hace el mismo planteo, de hacer mención al tema dictadura-represión-desaparecidos? ¿Hablar de los grandes temas nos garantiza de antemano escribir grandes canciones?”

¿Por qué traigo la palabra de Szwarcman? Porque él, ha sido el primer letrista de tango que se atrevió a hablarnos del pasado reciente: la horrorosa dictadura cívico-militar argentina (24 de marzo de1976 – 30 de octubre de1983). No creo errado decir que, a pesar del dolor y la oscuridad intrínseco a temas como los detenidos-desaparecidos, secuestros y asesinatos, y los niños apropiados, el nacimiento creativo de Pompeya no olvida (así se llama el tango del que te hablaré) ha sido un gesto de luminiscencia, una puerta de liberación que se abrió para siempre.

Foto: Agencia TELAM

Pompeya no olvida

Hace unos años le pedí a Szwarcman algunas aproximaciones en torno a Pompeya no olvida, cuyo proceso de creación evocó de este modo: “Si bien el texto es de mediados de los noventa, el contexto y la idea comenzó a gestarse en mis tiempos de adolescencia, en plena dictadura militar, tal vez 1982. En el momento en que se consumó la letra yo deambulaba por las zonas de Parque Patricios, Pompeya, y un hecho concreto fue el disparador de las dos primeras estrofas que al verlas sobre el borrador -recuerdo escribirlas sentado en el umbral de una antigua casa- descubrí que lo único que aportaban era, una vez más, la letrilla descriptiva evocando un barrio, una esquina, una calle empedrada”

Abril se quedó suspendido en la siesta
las horas no fluyen, ni quieren morir,
un sol de aluminio remeda la cresta
del gris caserón de la calle Cachí.
Las mismas veredas de tarde me cuentan
historias perdidas flotando en abril
y vuelvo al portón de los años setenta
vestido de asombro, con sueños de jean.

Desde el punto de vista literario la trama transcurre sin ripios. El hablante describe y a la vez está inmerso en un espacio-tiempo suspendido (la siesta): desde allí se establece un juego sinestésico con metáforas de preposición –sol de aluminio, perfume de esquina, sueños de jean, etcétera- que, aún en medio del horror, propone belleza estética.

En el estribillo se revela la historia, el autor encuentra el tema y el tono, así lo recordó: “El diálogo casual de dos hombres mayores que recordaban viejos tiempos compartiendo un pasado en común, me llevó a pensar que podía contar la historia de una memoria, y automáticamente me vino a la mente los muchos intentos fallidos por narrar con lenguaje de tango los años que me tocaron vivir en dictadura”.

Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.
Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando,
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.

Dejo suspendido el análisis de los siguientes versos de la canción, lo hago intencionadamente para que seas vos con tu escucha quien los descubra, y por qué no, los analices; pero sí me animo a confesarte que en este pasaje anidan los dos versos más misteriosos de la canción (…) un torpe camión se sacude en la cuesta / y escapa la sombra de aquel chiquilín. Szwarcman da con el hallazgo poético: lo hace porque ésta no es exclusivamente una imagen visual sino también sonora, sobre todo sonora. A más de dos décadas de su creación, Pompeya no olvida -el autor de su música es Javier González– es un antes y un después dentro de la letrística del género.

Interpreta Patricia Barone

Tensiones

Dejo abierto el debate en torno a la función social del artista y su compromiso político plasmado en obra, siempre complejo y, con frecuencia, contradictorio. Quiero decir, tanto podría seguirse al escritor alemán Friedrich Hölderlin cuando interrogó: “¿Para qué poetas en tiempos de penuria?”; como al francés Gustave Flaubert, cuando afirmó: “El arte como el dios de los judíos se alimenta de holocaustos”. Sin embargo, junto a las argumentaciones y los posicionamientos, creo que lo importante es que este debate -siempre presente- nos permite seguir discutiendo las relaciones entre cultura y sociedad; trabajo intelectual, sensibilidad, en cada tiempo y en cada espacio.

Si te interesa esta temática podés seguir la escucha visitando Milonga de los Arroyos (Rosales / Saraceni) Calle (Rubín – Pieroni) Soy (Bublick) que obtuvo el primer premio del certamen “Tango por la identidad” (2004) organizado por las Abuelas de Plaza de Mayo; Tango para encontrarte (Pizzo / Bertero), entre otros.

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