Tangos milongueros

Milonga Tango Siglo XXi
Foto: Guillermo Jáuregui

 Sea porque bailan, porque les interesa llegar a las pistas o porque sencillamente intuyen que ahí hay algo muy genuino del tango, son muchos los músicos y grupos de tango que buscan tener una “impronta” milonguera desde el tango contemporáneo. A veces conectan con los bailarines. Otras veces no. A veces conectan con las piernas composiciones que no fueron pensadas para las pistas. Del mismo modo que nadie está muy seguro cómo se logra un hit pop, hay una suerte de misterio en torno a la pregunta del millón, ¿qué vuelve “milonguero” a un disco de tango?

Por eso Tango 21 consultó a tres exponentes del género: el experimentado dj Guillermo Nieto, reputado en el circuito de las milongas más clásicas pero muy interesado en los nuevos movimienotos del género; la pianista y compositora Noelia Sinkunas, que firma los arreglos de muchos discos milongueros recientes; y su colega Pablo Valle, de la Juan D’Arienzo y líder de su propio sexteto.

Para Sinkunas, la clave pasa por el ritmo. Para mejor, un ritmo frenético. Sinkunas tiene discos solistas, toca y dirige Alto Bondi, además de bandas de otros géneros (como la cumbiera Cachita’s Now!) y acompaña como pianista a figuras como Cucuza Castiello, Julieta Laso y Natalia Bril, entre otros.

“Creería que todo se puede bailar. No sé si es condición necesaria que sea rítmico, pero en mi experiencia con bailarines elles prefieren que sea más rítmico, entonces en la identidad del tango milonguero, lo que más los representa es la marcación”, plantea.

La pianista encontró el sonido milonguero en “una marcación más rápida y el piano con una sonoridad más antigua, pero desde la visión de hoy”. Además, señala que los milongueros no suelen sentirse representados con las versiones más oscuras del tango contemporáneo, aunque como siempre todo tiene matices, incluso en su propia experiencia: “en Alto Bondi no nos catalogaban como grupo milonguero aunque a muches les gustaba bailar nuestra música”, recuerda.

Valle, en tanto, propone tres ejes a tener en cuenta. Desde lo rítmico destaca estabilidad y certidumbre. Desde la melodía, saber alternar partes “picadas” (con stacatto) y ligadas. Y finalmente, ser cuidadoso en los elementos musicales que se eligen para acompañar todo. Por ejemplo, evitando puentes a contratiempo y cosas que “desestabilizan la creatividad del bailarín”.

“Un tango, cuanta menos variación, más milonguero es: Canaro, D’Arienzo, Biaggi. Tiene que tener certidumbre, una estructura lógica. Los tangos suelen tener primera y segunda parte y luego reexponen. En los tangos de antes a veces se agregaba una parte C, distinta. Eso también sería lógico para un bailarín, que podría estar esperándolo. Darle certidumbre es importante porque los bailarines caminan sobre las baldosas que le ponemos los músicos”, explica. Y algo similar ocurre con las melodías. “Que tengan la lógica de que se puedan silbar –pide–; y que también tengan partes melódicas y partes rítmicas, es importante darle eso también para que pueda variar”.

Finalmente, el dj Guillermo Nieto reduce su respuesta inicial a la “sencillez”. Y advierte que “en cualquier género cuanto más sencilla sea la composición más invita a los bailarines a poblar la pista porque están seguros en la pista de que no van a fallar”. 

Sin embargo, Nieto propone una discusión en este punto. “¿Para qué qué querer que un disco de Tango Nuevo sea ‘milonguero’?”, cuestiona. “El tango del siglo XXI, con autores vivos, ¿necesita que ser ‘milongueable’ o la aprobación de los milongueros? Yo considero que no. El público tradicional ya tiene sus intérpretes estrella y no se va a mover la aguja en ese ámbito”, considera. Pero su opinión no cierra la puerta. Al contrario, considera que en el tango nuevo hay espacio para la escena bailable.

“El movimiento siglo XXI es muy potente e interesante no solo para el Universo-Tango sino, de manera puntual, para la escena bailable porteña: generó nuevos ámbitos de expresión y abrió el juego para demostrar que las posibilidades de Tango son infinitas. La orquesta es la formación que más impacto genera para que los tangueros pueblen una pista. Veo que el movimiento de Tango Nuevo lo entendió y logró formar agrupaciones muy interesantes que, en bailes y prácticas focalizadas en esos sonidos, se comprobó que se podían bailar y se puede generar una velada entera con ese material”, celebra. 

 ¿Qué hace falta para ahondar este proceso y llegar a los públicos más refractarios al tango contemporáneo? Para Nieto, la respuesta es simple: “bailarines de renombre que logren influenciar a ese público”. Y profundiza: “siento que el movimiento creció sin la posibilidad de tener, aún, cantidad de figuras del baile obsesionados con el género a punto tal que puedan influenciar en la carrera dancística del resto de los fanáticos del tango bailado”.

  El camino, pues, está claro. Hay que ponerle ritmo.

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