Un alemán de Ottersweier en los arrabales del sur
Cuando se enuncia que el buen tango solo lo hacen los porteños; yo retruco: “Mirá que porteño será el tango que uno de sus éxitos mayores Mi Buenos Aires querido fue estrenado en Nueva York y sus autores son nacidos, uno (Carlos Gardel) en Toulouse, Francia; y el otro (Alfredo Le Pera). en San Pablo, Brasil. Y podría continuar con Ignacio Corsini, que era de Troina, o Alfredo Gobbi, que había arribado al mundo en el mismo París por el que, poco después, se nos iría Eduardo Arolas y mucho más tarde, Pepe Libertella, que, dicho sea de paso, era de Calvera, un pueblito de la italiana Potenza, y puedo seguir con Julián Centeya que también era de Italia, y más… siempre más… ¿Y si este asunto de ser porteño, más que una identidad natal, es una vocación? Ya lo dijo el ucraniano Israel Zeitlin, es decir, César Tiempo:
La escena del tango actual sigue dando creadores no nacido en la ciudad del obelisco, vaya como ejemplo uno de mis letristas fetiches, el alemán Frank Schmitt. Conocí su obra en el 2012 ó 2013 oyendo la pre mezcla del disco debut de la agrupación Rascasuelos, dirigida por Patricio “Tripa” Bonfiglio; y entre tangos, asado y vino asomó “Muchacha en Guerra”; milonga con letra de su autoría y música Fulvio Giraudo, interpretada en la voz de Limón García.
Muchacha en guerra
Desde el galpón calcinado me gatillabas
tu risa fácil de frío labio azul
azul rezagado de un tinto en tu boca morada
azul por besar tanto cielo y no entrar en calor.
Muchacha en guerra, muchacha en guerra.
Mirame papito decías casi desnuda
mi cicatrices son condecoración
decías ser dueña de todos los perros sin luna
decías también ser la dueña de mi corazón.
Muchacha en guerra, muchacha en guerra.
Esta es tu pampa de bloques, tu cielo abierto
con esta campera de tachas me abrazarás
río que quiero que rías, que aún sigo despierto
ríe tu salva de risas, a ver si me matás.
Muchacha en guerra, muchacha en guerra.
Ven con tu piel encallecida muda, tibia
ven si la guerra es tu vida si es tu destino
ven que te beso los ojos, las manos y el ombligo
para después, lavar tus pies
lavar tus pies
tus pies.
Veloz entrevista a Frank
-¿No te voy a pedir que me expliques qué quisiste decir en “Muchacha en Guerra” porque la canción se defiende sola, pero sí contame cómo fue gestada, ¿partiste de alguna vivencia concreta o es una invención literaria?
-No llegaré a inventar nunca nada. La “Muchacha en Guerra” estuvo casi todas las noches, durante el año 1997 parada en la Av. Alvear de Ciudadela en medio de un paisaje de galpones industriales venidos abajo por el remate nefasto del país que recién se revirtió con el kirchnerismo. Nunca sabré si era mujer o travesti. Siempre entre Fuerte Apache y la Villa Carlos Gardel. Trayecto que recorría trabajando de remisero.
La “Muchacha en Guerra” desafía, gatilla con la risa, la carcajada, obviamente aludiendo al gatillo fácil. Pero no es ella la violenta. Es más bien la contracara de la exclusión y de la furia; y también es digna de ser adorada. “Muchacha en Guerra” sin lugar a dudas es una milonga religiosa.
-¿Hablame de tu ciudad natal, algún recuerdo, los itinerarios de viaje con tus viejos, las recaladas en Buenos Aires?
-Tuve la infancia más feliz del mundo. Crecí en la última casa de un pueblito de 6000 habitantes, llamado Ottersweier, rodeado de campos y bosques, situado sobre las primeras lomas con viñedos que surgen del valle del Rin y que después terminan en la Selva Negra. Eran años salvajes. Robábamos cerezas, ciruelas y duraznos en primavera; choclos, manzanas y peras en verano, papas y uvas en otoño y tantas otras frutas silvestres que no sé cómo se dicen en español.
Mi papá tuvo alma de gitano, había viajado a Grecia, a Turquía, al Líbano, a Siria, a Israel. Después a Kenia y Tanzania. África fue su gran fascinación. Mi mamá igual, de adolescente mendigaba por las calles de posguerra de Karlsruhe, vestida de gitana, con enormes ganas de irse a cualquier lado. Juntos estuvimos en la Argentina del ‘74 al ‘80. Del día del golpe recuerdo a mi viejo descolgando el retrato del Che de la pared de la habitación que daba a la calle.
De solo leerlo ya te darás cuenta, este hombre es incansable; por eso luego de dejar atrás un puñado de obra junto a Fulvio Giraudo, y de haber parido en 2013 el disco “Compañía Tarumbera”. Ahora regresa a la canción de jazz en su lengua natal, y entre el repertorio elegido el riesgo de versionar uno de los mejores tangos de la dupla Cadícamo-Cobián, Niebla del riachuelo creado a pedido del director de cine Luis Saslavsky para su película La fuga (1937).
¿Traduttore, Traditore?
-¿Cómo fue la experiencia de traducir Niebla del riachuelo al alemán?
El trabajo de traducción me llevó más de un año; tarea compleja motivo de la escasez de vocales que presenta el idioma alemán sumado al trabajo de sostener las métricas originales y su juego de rimas. La traduje para ser cantada por una mujer, rápidamente pensé en Ute Lemper, que interpreta obras de Bertold Brecht y Kurt Weill. Traté de contactarla de mil maneras, pero no lo conseguí. Si alguien de Alemania lee esta nota y tiene su contacto, agradecería recibirlo.
Luego pergeñé la versión masculina que aquí te comparto. Podría decir que tiene reminiscencias de la poesía y el cine expresionista alemán, donde asoman imágenes como las de Georg Heym o Murnau. En algunos de los pasajes de la letra juego con palabras del dialecto Platt del norte de Alemania (zona de navegantes), por ejemplo: “Butek” es botella, pero en mi versión es la botella de alcohol que sirve como consuelo del que recala en el bar, del que ya nunca más va a poder zarpar, por eso utilizo como concepto la palabra Buddelboot (barco embotellado).
Del mismo dialecto tomo las palabras “stropps” que significa soga, y “Schiet” que es mierda, pero no en sentido escatológico, sino como lamento. No quiero dejar de nombrar al trompetista Valentín Garvie, figura clave en este proyecto musical que desembocará en el disco “Lied für meinen Schatten”, es decir, “Canción para mi sombra”, título inspirado en “Vidala para mi sombra” de Julio Espinosa, popularizada por Atahualpa Yupanqui.
Nebel des riachuelo
(Enrique Cadícamo / Juan Carlos Cobián)
(frei nach Cadícamo, aus dem Spanischen: Frank Schmitt)
Trüber Hafen alter Kähne, die gekentert sind.
Brücken, Stropps und Segel, wo sich ausheult nur der Wind.
Keiner dieser Kohlenschlepper sticht mehr gegen See!
Nachts verzerrte Schatten tun sich mit´nem Messer weh!
Dampfer, die am Kai verhangen, langsam sicher sink´n.
Schiffbrüchige aus aller Welt, die hier ihr Herz betrink´n.
Dumpfer Friedhof schiefer Mäste, der im Sterben liegt
Und sich doch noch mit ´nem Traum vom weiten Meer belügt.
Nebel des Riachuelo!…
Schon lang´ wart´ ich, verloren im Hafen, auf Wunder.
Nebel des Riachuelo,
Diese Liebe ist verlogen, für ewig nur Kummer.
Nie kam sie zurück,
Nirgends taucht sie auf.
Nie mehr kam mein Name aus ihrem Mund, nicht mal als Rauch,
Jener schöne Mund, der sagte: “Chau!”
Träume du Matrose deinen Traum vom flotten Kahn.
Trink´ aus! Das nostalgische Gebräu der tollen Bar!
Regen über´m Hafen! Und derweil regnet mein Lied.
Regnet´s meine Tränen auf dein leis´ geklagtes “Schiet!”
Anker, die im Schlick verrosten, keiner merkt´s am Bug.
Wracke Pötte, ohne Ufer, ohne Dock noch Mut.
Triste Karawane ohne Schicksal, ohne Not.
Hast ja jetzt ein sich´res Schiff: dein mieses Buddelboot!
-Por último, ¿quién es Frank Schmitt?
-Frank Schmitt en primer lugar es un nombre y apellido bien promedio alemán que lleva diez consonantes y dos pobres vocales acogotadas en el medio. La vocal es el único sustento del cantor para largar aire, hacer vibrar las cuerdas y desarrollar una melodía. ¿Vos te imaginás lo que es ser letrista en Alemania? Admiro a Tucholsky, Brecht, Kästner, Degenhardt, Biermann y a todos los que, a pesar de tener un idioma tan poco musical, tan duro como lo es el alemán, lograron hacer letras maravillosas y hasta cantables.
Lo mío en comparación, al escribir en castellano, es una papa. Tengo todo a favor: el idioma, los paisajes, la gente, su idiosincrasia, los conflictos, los géneros, el ejemplo y el modelo de los grandes letristas argentinos. Tengo que seguir aprendiendo, eso es todo, nada más.